
Hace unos días fui con mi hijo a ver la película de Minecraft. Nos tomamos una foto juntos y, sin buscarlo, esa imagen activó algo más profundo que la simple nostalgia. Me llevó a pensar en cómo los videojuegos —que antes eran solo escenarios de fantasía— están comenzando a ser también espacios para construir memoria, identidad y legado. ¿Y si la tecnología ya nos permitiera habitar esos mundos no solo como personajes ficticios, sino como versiones digitales de nosotros mismos?
De una foto casual a una pregunta potente
Después de esa salida, transformé nuestra foto en una imagen estilo Fortnite usando inteligencia artificial. No fue solo un juego visual. Fue un portal: estábamos ahí, convertidos en personajes, pero con una presencia emocional que trascendía el estilo gráfico.
Y entonces surgió la gran pregunta:
¿Por qué esto no es ya una experiencia cotidiana?
¿Por qué aún tenemos que lidiar con barras de personalización interminables para crear una “versión” de nosotros mismos… cuando la IA ya puede hacerlo desde una simple imagen?
Lo técnico ya existe. Lo que falta es intención.
Meta lleva años trabajando en proyectos como Codec Avatars, donde el objetivo no es solo imitar la imagen de alguien, sino capturar su expresividad real. Otras plataformas permiten generar modelos 3D realistas desde el móvil. Es decir, la tecnología está lista. Solo falta integrarla de manera intuitiva y significativa en el mundo del entretenimiento.
Y cuando eso ocurra, la lógica cambia:
Ya no comprarás una skin de un superhéroe.
Comprarás una versión auténtica de ti. Con tus gestos. Tu historia. Tu estilo.
Identidad digital como extensión emocional
Cuando eres tú quien aparece en pantalla, el juego cambia de función: ya no es solo entretenimiento, es una forma de prolongar tus recuerdos, de habitar universos simbólicos junto a quienes amas, de crear historias que no se borran con el tiempo.
Tal vez por eso esta idea no me emociona solo desde lo tecnológico. Me emociona desde lo humano.
Porque si mi hijo puede jugar dentro de un mundo virtual acompañado de una versión mía… entonces no estamos hablando solo de tecnología. Estamos hablando de presencia. De conexión emocional extendida en el tiempo y en los mundos que compartimos.
Lo que esta tecnología podría permitir muy pronto
- Crear skins personalizadas desde una simple selfie.
- Hacer que ese avatar hable como tú, con tu tono, tu humor, tu forma de explicar.
- Generar historias jugables con versiones auténticas de las personas que amas.
- Dejar una huella emocional viva, que tus hijos o amigos puedan activar, jugar y revivir.
Reflexión
No sé tú, pero a mí esta idea me deja pensando con más claridad en todo lo que quisiera llevar a ese otro plano: no para controlar ni para impresionar, sino para dejar algo que tenga sentido. Algo que pueda seguir acompañando incluso cuando yo ya no esté.
La pregunta que me acompaña desde entonces es esta:
¿Qué parte de mí quiero que siga viva… incluso dentro de un juego?
Si pudieras convertirte en una skin jugable…
¿cómo te gustaría verte? ¿Qué rasgo de tu forma de ser te haría reconocible incluso en un entorno digital?